Inimputable

Llegó al Palacio 6 de julio en 2007 tras una muy buena elección. Altos niveles de aceptación popular, acercamientos con el flamante gobernador y mucho apoyo popular durante los primeros conflictos con el Suoem. Luego, no hay mucho más que destacar.

Vendrá luego la ruptura con Juez –cuando se acercó al kirchnerismo- y muchos paros de los trabajadores municipales. La gestión: un desastre. De hecho, la fragmentación del Concejo Deliberante de la ciudad refleja los niveles de improvisación y falta de estructura política, donde los concejales responden a personas más que a partidos.

Creó más ilusiones que ninguno. Los fiascos fueron aún más grandes que las ilusiones. Sin embargo, interpretando de rara forma la Carta Orgánica de la ciudad se presentó ante la justicia electoral para ser nuevamente candidato. Incluso, tiene sello partidario propio (los que lo acompañan en la foto son de su palo).

Y uno piensa, no? La cara engaña, las apariencias engañan. Parece un buen tipo, y es probable que lo sea. Pero de ahí a ser buen gestor hay un mar de distancia. Y de buen gestor a buen político hay un tramo de un millón de años luz, diría Soda.

Este muchacho es inimputable –en mi barrio le decimos de otra forma, eh.-. En la edición de domingo de La Voz fue el político estrella entrevistado. Ante la pregunta del periodista acerca del conflicto con el gremio municipal afirmó que “puede ser” un eje de campaña y un “arma” para desgastar a Juez, repitiendo en 2011 lo sucedido en 2009. ¡Nabo! Ahora, claro, los muchachos del juecismo lo denuncian ante la justicia a fin de que ésta investigue qué grado de responsabilidad tuvo durante el conflicto gremial. 

Seguramente será otras de esas pavotas denuncias judiciales que quedan en la nada y a nadie le importan. Sin embargo, da la pauta lo caro que resulta para un gil abrir la boca…

Don Caetano